Tratamiento preferido

Fruto de nuestra dilatada experiencia profesional, desde nuestra clínica hemos sido capaces de desarrollar una técnica novedosa en el tratamiento bucodental para todo tipo de pacientes que puedan presentar dificultad a la hora colaborar con el especialista.

Para ello, el paciente deberá acudir a la consulta en ayunas con el fin de aplicar la técnica de manera que mediante una sedación consciente o inconsciente, siempre supervisada por un anestesista cualificado, en una sola sesión o dos a lo sumo, se pueda realizar el tratamiento en niños y adolescentes de manera rápida, segura, fiable y efectiva.

De este modo, nuestros pacientes son capaces de recibir su tratamiento de manera prácticamente indolora y relativamente tranquila, pudiéndose ir a casa en un breve periodo de tiempo y sin molestias. Así pues, con esta técnica conseguimos la cooperación del paciente, lo cual facilita aplicar el tratamiento o la intervención prácticamente en una sesión sin necesidad de una segunda visita

Como resultado, la mayoría de nuestros pacientes muestran cambios significativos en sus cuidados bucodentales y en la periodicidad de sus revisiones, consiguiendo una disminución muy significativa de los niveles de placa bacteriana. Sólo en los casos de caries dental severa y en niños de edades muy tempranas, pasados varios años desde la aplicación del tratamiento, pueden requerir de una segunda intervención como consecuencia de la elevada actividad cariogénica, del fracaso de los tratamientos preventivos o las medidas dietéticas.

Gracias a la experiencia y al seguimiento realizado a nuestros pacientes, hemos logrado la combinación perfecta entre técnica, materiales dentales, anestésicos locales y sedantes con el objetivo de desarrollar un tratamiento único que para muchos, es considerado uno de los mejores en esta especialidad en toda España.

Onicofagia o el hábito de comerse las uñas

Onicofagia, o el hábito de comerse las uñas, es un trastorno de control de impulsos que provoca que se muerdan las uñas de los dedos y la piel de alrededor de ellas, normalmente cuando se está ansioso o nervioso. Se trata de un acto auto-calmante o una manera de mantenerse en alerta, y es muy habitual en niños de todas las edades.

Las consecuencias de este hábito son numerosas y muy perjudiciales para la salud. Aparte de darles una forma muy poco estética a las uñas, los pequeños pueden sufrir dolor si se muerden excesivamente. Debido a la cantidad de bacterias que hay debajo de las uñas, también corren el riesgo de contraer alguna enfermedad o, como mínimo, un malestar digestivo. Y por último, pero no menos importante, su salud dental se puede ver muy afectada.

Las uñas son un elemento duro que los dientes no deberían morder. Si el hábito de morderlas es continuado, lo más probable es que las piezas dentales terminen astillándose o, incluso, rompiéndose. Aparte, comerse las uñas también causa estrés a las encías y, a largo plazo, esto puede provocar enfermedad periodontal que puede llegar a conllevar la pérdida de dientes.

Para evitar este hábito tan nocivo, existen algunos esmaltes amargos que pueden ser de ayuda. No obstante, si se trata de un trastorno extremo, lo ideal es acudir a un especialista que pueda ayudarnos a eliminar estas rutinas. Como siempre, el principal consejo es acudir al dentista periódicamente y explicarle sinceramente todos los hábitos que el niño lleva a cabo y que pueden dañar las piezas dentales o su salud bucodental. En el caso de que ya exista algún tipo de daño, el odontólogo sabrá cómo repararlo ofreciendo tratamientos personalizados y pertinentes.

La higiene bucal

Una buena higiene bucodental debería comenzar a una edad más temprana de lo que normalmente se suele pensar. La limpieza dental infantil, junto a la adquisición del hábito de su mantenimiento, hará que el adulto pueda conservar sus dientes para toda la vida. Es muy importante que la práctica de la higiene bucal se inicie en el recién nacido (sin esperar a que aparezcan las primeras piezas dentarias) mediante una gasa de algodón humedecida en agua potable.

Los profesionales insistimos mucho en este aspecto por dos razones: una de ellas, obviamente, es para mantener la boca del bebé limpia de restos, y otra, es la de ir acostumbrándole a este hábito. La mayoría de los padres no inician la higiene bucal de sus hijos hasta cerca de los dos años (edad en la que ya se pueden empezar a usar los cepillos dentales), generalmente por desconocimiento. Y muchas veces puede que a esa edad ya hayan aparecido las primeras caries.

Para que esta rutina se convierta en imprescindible en el día a día de cualquier bebé o niño, conviene realizarla de la forma más amena posible:

• Momento ideal. Realizar la higiene en un momento en el que el niño esté relajado y de buen humor, y no esperar al momento previo de ir a la cama que es cuando está más cansado o dormido.

• Hacerle partícipe. Se pueden preseleccionar los cepillos que consideremos adecuados y dejarle a ellos escoger cuál o cuáles quiere usar. Si el cepillo tiene su color o su personaje favorito, le entusiasmará más cepillarse los dientes.

• Incentivar. Proponer una actividad agradable para el niño, no a modo de chantaje ni recompensa, sino como un incentivo para hacer después del cepillado.

• Evitar amenazas, castigos y argumentos negativos. Siempre es más recomendable mostrar el lado positivo del cepillado: Nos cepillamos para cuidarnos, igual como hacemos con el cabello…

• Juguete exclusivo. Reservar un juguete para la hora del cepillado. Se puede usar una marioneta, un muñeco o algún objeto interesante con el que el niño sólo pueda jugar durante cepillado los dientes.

7 consejos para mantener unos dientes sanos en verano

Las actividades al aire libre y los cambios de hábitos en la época estival pueden afectar a la salud de los dientes. ¿Cómo cuidar la salud bucal de los niños en vacaciones? A continuación te ofrecemos varios consejos:

  1. Cuidar la higiene. En verano hemos de ser incluso más rigurosos con el cuidado dental que durante el resto del año. Las altas temperaturas favorecen la proliferación de los microorganismos y el cloro de las piscinas favorece la acumulación de sarro y daña nuestras encías.
  2. Visitar al dentista. Hemos de aprovechar el descanso laboral y escolar para organizar una cita con el dentista de confianza. Esto ayudará a que los peques vivan con naturalidad las revisiones periódicas y sigan nuestro ejemplo.
  3. Evitar los traumatismos. Hay que llevar cuidado con las actividades al aire libre ya que los traumatismos aumenten de forma significativa en esta época del año. En el caso de que se haya roto total o parcialmente un diente, es fundamental acudir a un odontólogo dentro de las dos primeras horas para intentar minimizar los daños y recuperar, si es posible, el diente.
  4. Beber agua. El calor y las actividades al aire libre favorecen la deshidratación y reducen la producción de saliva, por lo que la boca pierde su acción protectora frente a las bacterias. Hemos de procurar que los niños beban agua de forma regular, aunque no tengan sed, evitando el consumo de refrescos y zumos azucarados.
  5. Evitar las bebidas excesivamente frías. Las elevadas temperaturas en contraste con el frío de los helados, de los granizados, etc., favorece la sensibilidad dental.
  6. Mantener una dieta sana, rica en frutas y hortalizas frescas. La gran variedad de frutas de temporada ayudará a los más pequeños a mantenerse hidratados, aunque no hemos de olvidar que los zumos de cítricos hay que beberlos con ayuda de una pajita, con el fin de evitar la desmineralización de los dientes.
  7. Reducir el consumo de helados y chuches puesto que, como todo alimento con un alto contenido en azúcares, elevan la posibilidad de aparición de caries.

 

7 vitaminas y minerales que necesita la boca de tu hijo

Es muy importante que la dieta de los niños contenga ciertos ingredientes para alcanzar una salud dental óptima.

Calcio
El calcio es imprescindible para los dientes. Ayuda a endurecer su esmalte y fortalecer la mandíbula. Los derivados lácteos son la fuente más importante de calcio, pero también lo podemos encontrar en vegetales de hojas verdes, almendras, nueces de Brasil, etc.

Vitamina D
La vitamina D ayuda a que el cuerpo absorba el calcio, a la vez que aumenta la densidad mineral ósea. De modo que es vital tomar la cantidad adecuada de esta vitamina para sacar el mayor provecho de la ingesta de calcio. El cuerpo humano la produce de manera natural, al exponerse a la luz solar, pero la podemos obtener también de alimentos enriquecidos con ella, tales como la leche, margarina, pastas, cereales, etc.

Potasio
El potasio mejora la densidad mineral ósea al igual que la vitamina D. También evita que la sangre se vuelva demasiado ácida, lo que puede hacer filtrar el calcio de los huesos y dientes. Los plátanos son una conocida fuente de potasio, así como tomates, patatas, aguacates, acelgas y pasas.

Fósforo
El fósforo se complementa con el calcio para fortalecer los huesos y los dientes. En general se encuentra en alimentos de origen animal: mariscos, carne de res, cerdo, pollo o pescado (atún, salmón, sardinas). En cuanto a los vegetales, lo tenemos en soja, lentejas y semillas de calabaza.

Vitamina K
Esta vitamina ayuda a inhibir las sustancias que rompen el hueso y los dientes. Se recomienda comer vegetales de hoja, como col rizada, repollo, espinaca, perejil, brócoli y coles de Bruselas para aumentar sus niveles.

Vitamina C
La vitamina C fortalece las encías y el tejido blando en la boca. Brinda protección contra la gingivitis, la etapa previa a la enfermedad de las encías, y evita que se aflojen los dientes. Las frutas cítricas son ricas en vitamina C, pero también podemos encontrarla en la patata y en los vegetales de hoja.

Vitamina A
Esta vitamina ayuda a mantener las membranas mucosas saludables. Previene la boca seca y ayuda a la boca a cicatrizar rápidamente. Para lograr encías y dientes fuertes, consuma mucho pescado, yema de huevo e hígado. También se encuentra en vegetales de hojas verdes o en frutas de color naranja: albaricoque, melón, calabaza, zanahoria y batata.

Erosión dental en niños

La erosión dental o erosión ácida corresponde a la pérdida irreversible de los tejidos superficiales del diente. Se debe exclusivamente a la acción química de ácidos, donde no participan las bacterias. Podemos decir que se trata de una afección común a nivel mundial, afectando especialmente a la población infantil por el alto consumo de bebidas ácidas y carbonatadas. En este caso el desgaste erosivo es más pronunciado en dientes temporarios que en los dientes permanentes, debido a que los dientes temporarios tienen menor contenido mineral que el esmalte de un diente definitivo.

Entre los principales factores de riesgo se pueden mencionar:
• El consumo frecuente y abundante de los productos alimenticios y bebidas erosivas, que es uno de los temas de principal preocupación de los odontólogos y odontopediatras. También se deben tener en cuenta factores como el comportamiento inusual que se puede dar en los niños en los hábitos de ingerir bebidas ácidas (como, por ejemplo, agitar en la boca bebidas carbonatadas), que incrementan el daño erosivo.
• El reflujo gastroesofágico, que también puede afectar a los niños.
• La ingesta de medicamentos, que pueden disminuir la secreción salival y el pH.
• Vómitos.

Prevención de la erosión dental:
Es aconsejable evitar que los peques coman y beban alimentos y bebidas ácidas durante el día, limitando su consumo preferiblemente a las comidas principales.
En el caso de las bebidas, deberían acostumbrarse a tomarlas con pajita. De esta forma el líquido está menos en contacto con los dientes.
Es muy importante que se cepillen los dientes al menos dos veces al día, usando pasta de dientes con flúor.
Masticar chicle sin azúcar, también ayuda a neutralizar los efectos de los ácidos, ya que estimula la secreción de saliva neutralizando así la acción de los ácidos.

Para más información, no dudes en acudir a nuestra clínica o contactar con nosotros.

Cosas que debes saber sobre tu cepillo de dientes

En este artículo te daremos datos realmente asombrosos sobre el cepillo de dientes. Quizás le restes importancia a este utensilio tan personal, pero estamos seguros de que, a partir de ahora, empezarás a prestarle más atención.

El cepillo de dientes es un instrumento vital en nuestro aseo cotidiano y debe ser tratado con mucho respeto, ya que es un potencial foco de gérmenes y bacterias. Los estafilococos, las bacterias coliformes y las levaduras que alberga la boca se transfieren al cepillo cuando lo usamos. Además el cepillo no sólo está expuesto a las bacterias bucales, sino también a otros microorganismos que suelen habitar en el baño.

Para evitar la proliferación de microorganismos, hemos de dejarlo siempre en posición vertical para que se seque lo más rápido posible. Tenerlo en un estuche, con el objetivo de que no se llene de bacterias, es contraproducente.

Si en casa somos varios y todos ponemos el cepillo en el mismo vaso o recipiente, trataremos de que estén lo más separados posibles, para que las bacterias no pasen de uno a otro.

Aunque no lo veamos desgastado, es preciso sustituirlo periódicamente. Por ejemplo, si se ha tenido alguna enfermedad o brote, si el baño es muy húmedo o si se ha compartido, etc. En condiciones “normales” no hay que dejar pasar más de tres meses de uso.

Otra cuestión muy importante es que cada persona debería tener una herramienta de limpieza acorde a sus necesidades. Si bien no se confeccionan a medida, como un traje, existen decenas de modelos: más blandos, más duros, ergonómicos, de plástico, de goma, etc. Si, por ejemplo, tienes encías sensibles y usas un cepillo de cerdas muy gruesas puedes provocar un sangrado. Por el contrario, si las encías son más fuertes y se emplea un cepillo con cerdas suaves la eficacia del cepillado será menor.

8 errores más comunes que cometen los niños al cepillarse los dientes

Todos sabemos que el cepillado dental es uno de los elementos más importantes para cuidar la salud dental. Este hábito tan beneficioso pierde eficacia cuando no se realiza de manera correcta. Las bacterias y los restos de comida no se eliminan de la boca y es ahí cuando surgen los problemas. A continuación te desvelamos los 8 errores más comunes que cometen los pequeños (y también los mayores) al cepillarse los dientes.

  1. Mojar el cepillo antes de echar la pasta dental. El cepillado debería realizarse con el cepillo seco para que los restos de comida se puedan retirar con más facilidad, sin generar espuma.
  2. Enjuagarse la boca mientras se cepillan. Deberían hacerlo sólo una vez y al terminar el cepillado. De otra forma eliminan la pasta y el fluoruro, encargados de la limpieza y protección.
  3. Cepillarse los dientes demasiado rápido. Si lo hacen con prisas es posible que algunas zonas queden sin repasar. Para conseguir buenos resultados, han de hacerlo durante 2 minutos.
  4. Cepillarse demasiadas veces o demasiado fuerte. El exceso también puede ser perjudicial para la salud oral; puede dañar el esmalte y las encías. Desde nuestra clínica recomendamos que lo hagan suavemente y no más de tres veces al día.
  5. Cepillarse solamente la parte visible. Es importante limpiar la cara externa e interna, superior e inferior de los dientes y muelas de ambas mandíbulas, así como la lengua.
  6. Cepillarse los dientes haciendo otras tareas. El lavado necesita atención y cuidado, y no se puede compaginar con otras actividades. Si los niños son muy pequeños, recomendamos que les superviséis y les ayudéis.
  7. No inclinar bien el cepillo. Lo aconsejable sería mantener el cepillo en un ángulo de 45%, y hacer movimientos circulares desde la encía hasta el diente.
  8. Emplear pastas sin flúor o con demasiada (o poca) cantidad. Os recomendamos este artículo para averiguar la cantidad de pasta dentífrica que necesitan los niños según su edad.

 

Cuidado dental infantil: 10 errores comunes que cometen los padres

Muchos padres no son conscientes de que la salud bucal puede impactar la salud y bienestar general de los niños. Por ejemplo, si el niño sufre un dolor crónico debido a la caries y no se trata, éste puede afectar el habla y los hábitos alimenticios. También afectará su rendimiento escolar y su vida personal.

¿Cuáles son los errores comunes que hacemos los padres y que afectan la salud dental de nuestros hijos?

  1. No cuidar los dientes de leche – Muchos creen que los dientes de leche no necesitan atención porque se caerán muy rápido. No obstante, las mismas infecciones que sufren los dientes de leche se transmiten a la dentición permanente. Por eso es muy importante que los niños adquieran buenos hábitos de higiene oral desde la infancia y, además, que los dientes de leche que tengan caries sean restaurados.
  2. No tratar las caries – La caries es una enfermedad infecciosa y transmisible. No sólo hay que tratar las infecciones bucales de los más pequeños, sino también las de los padres, hermanos mayores y las personas que los cuidan.
  3. Retrasar la primera consulta al dentista – Es recomendable que la primera visita se realice a los 12 meses. El profesional hará una revisión de dientes y encías, verá si existen caries del biberón, se evaluarán posibles problemas como mordida cruzada, abierta o alteraciones de crecimiento. 
  4. No acudir de forma periódica al dentista – Para mantener una salud óptima, los pequeños deberían acudir al dentista por lo menos dos veces al año.
  5. Usar pasta dental sin flúor – El flúor es un mineral que refuerza el esmalte dental haciéndolo más resistente a la caries. (En este artículo descubrirás qué pasta de dientes deben utilizar los niños y las cantidades recomendadas para cada edad.)
  6. No ayudarles con el cepillado – A partir de los 7 u 8 años los niños son capaces de cepillarse correctamente los dientes, pero mientras tanto deberíamos ayudarles a llegar a las zonas más inaccesibles, como las muelas o caras internas.
  7. No limpiar la lengua – Al igual que cepillamos nuestros dientes, es recomendable también dar un ligero raspado a nuestra lengua para eliminar las numerosas bacterias que se depositan sobre ella.
  8. No usar el hilo dental – La limpieza con hilo dental es una parte esencial de cualquier rutina de cuidado bucal. Ayuda a eliminar la placa que hay entre los dientes, en zonas a las que el cepillo de dientes no llega.
  9. Darles demasiados alimentos y refrescos dulces – Cuanto menos dulce sea la comida y la bebida de los niños, mucho mejor, tanto para prevenir la caries como la posible diabetes infantil.
  10. No dar ejemplo – Al cuidar nuestros propios dientes el niño recibirá el mensaje de que la salud bucal es algo importante e imitará nuestra conducta.

Señales de que tu hijo debe visitar al dentista cuanto antes

En varias ocasiones os hemos hablado de la importancia que tienen las revisiones dentales periódicas para la salud oral de los más pequeños. Visitar al dentista con regularidad permitirá detectar a tiempo posibles problemas y proteger su salud. La frecuencia de las visitas vendrá determinada por factores tales como la edad, la salud y el riesgo de padecer caries. No obstante, son muchos los que acuden a la consulta sólo cuando sienten dolor, aun teniendo indicios evidentes de alguna patología bucal.

Si tu pequeño presenta alguno de estos síntomas, no dudes en llevarlo al dentista lo antes posible:

  • Sus dientes están sensibles al calor o al frío.
  • Sus encías están hinchadas y/o sangran al cepillarse o usar la seda dental.
  • Se tapa la boca. No le gusta el aspecto de su sonrisa o de sus dientes.
  • Tiene dolor o hinchazón en la boca, la cara o el cuello.
  • Tiene mal aliento persistente o mal sabor en la boca.
  • Tiene dificultades para masticar o tragar.
  • Su boca está a menudo seca.
  • Rechina los dientes mientras duerme.
  • Tiene un historial familiar de enfermedades de las encías o caries.
  • Tiene diabetes, enfermedades cardiovasculares, trastornos de la alimentación.
  • Está recibiendo un tratamiento médico muy agresivo, como la radiación o la quimioterapia.
  • Cuando se ha roto alguno de sus brackets.
  • Su mandíbula hace ruidos, como clics o chasqueos, cuando mastica o abre la boca.
  • Tiene una úlcera en la boca que no se mejora con el tiempo.
  • Si se ha arrancado un diente.
  • Si se le ha agrietado un diente.

Incluso si el niño no tiene ningún síntoma, todavía puede tener problemas de salud oral que sólo un dentista puede diagnosticar, por eso es muy importante que las revisiones no sean sólo por los motivos mencionados. La continuidad de la atención es una parte fundamental de cualquier plan de salud, y la salud dental no es una excepción.