Cómo y cuándo se caen los dientes de leche

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Es probable que antes de celebrar su sexto cumpleaños, tu hijo pierda algún diente. De ser así, se habrá iniciado el proceso de pérdida de los dientes de leche. No es un proceso doloroso, pero conviene preparar a tu hijo y extremar las medidas de higiene bucal para evitar sustos y posibles infecciones de la mella.

Los 20 dientes de leche de un niño normalmente empiezan a brotar entre los 4 y 7 meses de edad. Hacia los 3 años, casi todos los niños tienen bien instalados todos sus dientes de leche, los cuales suelen caerse en el mismo orden en que salieron.

Aunque hay excepciones, lo habitual es que la caída de los dientes empiece por las piezas centrales y continúe por las que están ubicadas a los lados. Así, los primeros que se pierden son los incisivos centrales inferiores, seguidos de los incisivos centrales superiores y de los incisivos laterales, mientras que las muelas son las últimas en cambiarse, sobre los 11 o los 12 años.

Es posible que a algunos niños se les empiecen a caer los dientes antes de que los permanentes estén listos para salir. Esto puede suceder debido a un accidente o a una enfermedad dental. En este caso, podría ser recomendable la colocación de una prótesis infantil en el espacio dejado por el diente de leche, a la espera de que el definitivo empiece a salir, para evitar posibles problemas de maloclusiones.

Hay que tener en cuenta que la caída de los dientes de leche se produce a consecuencia del empuje ejercido desde abajo por el diente definitivo. Por eso empiezan a moverse y también la razón por la que hay que esperar a que se caigan en vez de intentar arrancarlo antes de tiempo. El proceso requiere su tiempo.

No obstante, en ocasiones puede ocurrir que uno o varios dientes definitivos salgan sin que se hayan caído los de leche. Es lo que se conoce como dientes en «doble fila» o dientes de «tiburón» o dada la presencia de dos hileras de dientes. Ante este hecho debe consultarse con el odontopediatra, para que éste pueda realizar un seguimiento del proceso y tomar las decisiones necesarias.

Una vez que pierda el diente, hay que insistirle al niño en que no se toque la mella con los dedos. Dejar que se cure a su aire es la mejor manera de prevenir posibles infecciones y de evitar que la pieza nueva le salga torcida o se le monte en el diente que tiene al lado.