Con la llegada del invierno, la salud bucodental de los pequeños se puede ver afectada debido a la caída brusca de la temperatura, a la sequedad ambiental, la ingesta de alimentos demasiado calientes y/o alimentos más calóricos, y muchos otros motivos.
Desde nuestra clínica queremos ofreceros una serie de recomendaciones para que su sonrisa se mantenga sana y fuerte durante los meses de más frío:
- ¡Cuida su dieta! Cuando baja la temperatura y termómetro marca mínimos anuales, lo que más apetece son platos calientes de cuchara. Es muy importante que los alimentos no se tomen demasiado calientes puesto que la alta temperatura de los productos puede causar sensibilidad dental y dañar el esmalte. Otra recomendación relacionada con la dieta es no abusar de los dulces navideños si no queréis descubrir una caries en la próxima revisión.
- Sequedad labial. El frío y el calor intenso, los cambios bruscos de temperatura y el aire acondicionado provocan sequedad en los labios. Lo que en un primer momento es un problema estético, puede convertirse en uno de salud si la sequedad va a más y los labios se agrietan, causando dolor al hablar, comer e incluso sonreír. Asegúrate de que tu hijo beba mucha agua para que se mantenga hidratado desde dentro, además de utilizar un bálsamo labial hidratante y/o reparador.
- Sensibilidad dental. Es muy frecuente que los niños experimenten sensibilidad en los dientes debido al cambio de temperatura combinado con los alimentos muy calientes (sobre todo, líquidos como el té, el chocolate caliente…), y especialmente si tienen caries o gingivitis. Utilizar productos de higiene bucal específicos para este problema será de mucha ayuda. Si la sensibilidad dental es muy aguda y persiste en el tiempo, deberíais acudir al dentista, sobre todo si la sensibilidad se debe a otro problema dental.
- Revisión dental semestral. Recomendamos realizar dos revisiones al año porque así el dentista puede detectar patologías leves que puede tratar y evitar que progresen. Además, en el caso de patologías graves, la detección precoz es fundamental para la salud del pequeño. Además de ganar salud, la prevención ahorra a los pacientes el gasto que supone el tener que someterse a tratamientos más complejos.